El cementerio del horror

El cementerio Central de Magangué ha sido por muchos años epicentro de inseguridad, de insalubridad, de contaminación ambiental, de salud pública y de consumo y venta de drogas. Este sitio abre las puertas de la comisión de delitos como el hurto y el crimen.
El 11 de noviembre de 2018, mientras la ciudad se preparaba para celebrar las fiestas de carnaval, Magangué se despertó con una noticia macabra. El escenario era el cementerio Central. Lo ocurrido era lo más parecido a una escena sacada de una película de terror.
Ocurrió que encima de una bóveda apareció muerta una joven de 23 años con signos de violación y tortura. La escena era dantesca. La víctima fue identificada como Gina Paola Roa Henao, oriunda de Norte de Santander.
El miedo se apoderó de los habitantes de este puerto sobre el río Magdalena, y no era para menos. La joven fue encontrada semidesnuda, boca abajo y con trozos de su ropa introducidas en sus partes íntimas.
Otro crimen
El 6 de diciembre de 2012 también fue asesinado en ese lugar, Yeison Ramírez Acosta, de 22 años, conocido en la comunidad LGBTI, como “Yeisi”, quien recibió siete puñaladas en diversas partes del cuerpo.
El transexual falleció en el hospital La Divina Misericordia, una hora después de que fuera llevado a este centro asistencial por agentes de Policía que lo auxiliaron luego de encontrarlo malherido en el interior del cementerio, hasta donde habría llegado en horas de la madrugada para sostener un encuentro intimo con un desconocido.
Con los pelos de punta
El 8 de octubre de 2020, el Camposanto volvió a ser escenario de otra noticia que generó miedo y le puso los “pelos de punta” a los moradores de los barrios aledaños. Para la fecha encontraron en su interior una gallina sin cabeza y un cuervo metido en una berenjena.
Otro caso que generó pánico entre los vecinos del cementerio Central de Magangué ocurrió el 25 de agosto de 2016. Ese día los habitantes del barrio Simón Bolívar encontraron restos óseos frente a las puertas de sus casas, incluso, a la entrada de un colegio de primaria fueron hallados varios cráneos, que al parecer, un grupo perteneciente a una secta satánica sustrajeron del campo sagrado.
El cementerio colapsó hace 20 años y en la actualidad no hay espacio para sepultar a personas de escasos recursos cuyos familiares no tienen para pagar un cupo en los cementerios privados.
Es de conocimiento público que el cementerio no tiene celador, por lo que los vándalos se camuflan entre sus bóvedas y los delincuentes lo usan para ocultarse después de cometer sus fechorías.
Nueva jornada de limpieza
Recientemente se realizó una jornada de limpieza del cementerio por parte de miembros del Club de Leones de Magangué, la Corporación Sur de Bolívar CSB y la Policía Ambiental.
Lo novedoso del asunto es que la brigada encontró que la reja portón de hierro que sirve para cerrar el cementerio fue arrancada, solo quedando la otra mitad, la que seguramente también será quitada por los amigos de lo ajeno.
Propuestas para recuperar el lugar
Durante décadas, se han propuesto varios proyectos: El más novedoso y reciente contempla convertir el lugar en un cementerio turístico de identidad colectiva histórica y ciudadana, un proyecto que se generaría con menos inversión y más innovación y creatividad. Sería un sitio donde se puede potenciar la historia que representa para la ciudad el sitio, las costumbres culturales y religiosas, las creencias populares y la práctica estética de lo que era la Magangué de antaño.
Otra de las propuestas hace referencia a convertirlo en una plaza con un obelisco póstumo, pero requiere de todo un proceso de manejo de las bóvedas y de gran inversión.
Por ahora el otrora cementerio está clausurado, pero abierto a todo acto delincuencial, sin sus portones de hierro. Algunos incluso, hablan de la posibilidad de construir un nuevo cementerio privado en la ciudad.
Lo cierto es que en diferentes escenarios se ha manifestado el cierre total del cementerio Central, sin ninguna solución de fondo.
Cada día que pasa el problema se agudiza y todo sigue peor que con el deprimente espectáculo que día a día se ha convertido este Camposanto como una guarida de delincuentes, prostitutas, viciosos y homosexuales.
Pero también se ha convertido en un sitio de práctica del esoterismo, pues con una sola mira se palpa que “oscuras” personas utilizan restos humanos para hacer brujerías. Lo anterior se corrobora al ver que por cada cinco metros de los 8.400 que tiene el camposanto, se encuentra un frasco con fotos y ropa interior femenina y masculina.
Razón tiene el líder comunitario, Jaime García, quien llamó al cementerio Central como “El Bronx de Magangué”, donde ni los muertos pueden descansar en paz.