El Laguito: “la novia bonita” de Cartagena que agoniza
Así como los papás celosos, en el año 2001 los residentes del sector turístico y residencial de El Laguito, le enviaron una carta al alcalde Carlos Díaz para alertar sobre el inminente cierre de la boca de la ensenada que le da nombre a la zona. “Los padres” de la novia sospechaban que había intereses velados y poderosos para secar el cuerpo de agua, con el fin de urbanizar sus predios.
Veinte años después, no ha salido desde el Palacio de La Proclamación el “Príncipe Azul” para que saque de la agonía la novia deseada. Aunque no hay planes de urbanización en esa zona residencial, lo único claro es que la ensenada está en serios problemas, ya que la constante sedimentación de su boca sensual que la conecta con el mar se cierra con facilidad y se pierde el flujo que la oxigena, lo que produce mortandad de peces y otras especies acuáticas que habitan en su esbelta figura.
Los vecinos afirman que los olores que El Laguito expele cuando llueve son nauseabundos. En las orillas flotan envases plásticos, zapatos viejos y botellas de licor que los rumberos lanzan a las aguas después de la juerga con ella.
Según estudios de la Universidad de Cartagena, los males de El Laguito se deben a la construcción de espolones para frenar las olas. Estos habrían cambiado el curso de la corriente y favorecido la sedimentación.
En los tiempos en que la “novia” tenía como pretendiente al alcalde Nicolás Curi (1998 y 1999) se realizaron dragados, pero los sedimentos que se removían en el día eran rápidamente reemplazados durante la noche por las envidiosas corrientes marinas.
La novia actual
Veinte años después, el estado agónico de la “novia bonita” sigue crítico. Pretendientes como la Alcaldía, Cardique y el Ministerio de Ambiente han mostrado interés de gastarse 750 millones para conquistarla con un estudio que permitirá saber el origen de sus males.
Desde la capital el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Carlos Eduardo Correa, lanzó un coqueteo diciendo que la inversión es un esfuerzo colectivo para mejorar el cuadro agónico de la “novia” que con frecuencia presenta emergencias ambientales por mortandad de peces y extraño color en sus serenas aguas.
Este galán bogotano, como todo enamorado, se comprometió con apoyar un plan de recuperación Integral de la Bahía de Cartagena para darle cumplimiento a lo ordenado por el Consejo de Estado que mediante una sentencia ordenó recupera la “novia bonita” y sus alrededores.
Las últimas acciones para conectar El Laguito a una bala de oxígeno se produjo el jueves de la semana pasada en una reunión liderada por la Procuraduría Ambiental de Cartagena y el Establecimiento Público Ambiental, EPA Cartagena.
En esa sala de espera, otro pretendiente de la “novia bonita”, el director del EPA Cartagena, Javier Mouthon Bello, expuso a la comunidad del sector los avances para lograr minimizar los problemas del cuerpo de agua.
Según Mouthon Bello, la agonía de la moribunda se prolongará hasta abril de 2022 cuando se reciban los resultados de los estudios por parte de Invemar para iniciar los trámites administrativos tendientes a obtener los recursos financieros y otros para desarrollar las obras que determinen en el diagnostico final.
A pocos días para que termine el año las noticias no son tan alentadoras para “la novia bonita”, debido a que la bala de oxígeno en forma de motobomba axial a la que la conectó Cardique para evacuar sus fluidos, vence el 31 de diciembre de 2021.
Para agravar más su estado de salud, es evidente que hasta los padres celosos que habitan en las edificaciones responsables de vertimientos en El Laguito, también están generando problemas de contaminación en ese cuerpo de agua.
En medio de tan lamentable estado en el que los eternos pretendientes han mantenido la “novia bonita”, a través del resquicio de un viejo bar de la zona se deja escuchar la canción de Víctor Heredia que termina así: “No llores ciudad bonita, no tengas pena, no cuelgues en tus ventanas tanta tristeza”.
Tristeza que acongoja “la novia bonita”, desde hace más de 20 años por causa de amores circunstanciales y cobardes que la mantienen en un estado agónico a punto de fenecer.