La odiosa crispación
Por: Jorge Cárcamo Álvarez
La crispación ha sido uno de los eternos males de la política
en Colombia. Desde el día uno de la República ya había
confrontación entre las armas centralistas y federalistas.
Polarización que condujo al vergonzoso episodio de la patria
boba.
Luego desenvainaron bayonetas los partidarios de Bolívar y
Santander. Escribiendo una de las páginas más indignas de
la historia, cuando se atentó contra la humanidad del
Libertador.
Ese veneno incomprensible de nuestro discurrir histórico nos
llevaron años posteriores a la sangrienta confrontación entre
liberales y conservadores. Instancia bélica que vulneró los
más elementales valores de la dignidad humana.
Y nuestra última gran guerra, la guerra de guerrillas, atizó un
volcán de sangre en la que no sólo se mataba sin
remordimiento, sino que se violaba con total impunidad las
leyes de la guerra.
El Estado cerró los ojos y permitió que armas distintas a las
del gobierno, como la de los paramilitares, alimentaran el
fuego de la guerra, amparados en la complicidad del mismo
Estado y de algunos sectores de la sociedad.
Hoy en la política ha nacido una nueva forma de matar, y es
la de hacer uso de la mentira como bala letal contra la
dignidad de algún candidato.